No pude con Thomas Bernhard en su día, seguramente se me hizo demasiado cuesta arriba tanto pesimismo ya que ya llevaba yo a cuestas una buena carga del mío propio. Ahora me dice Yolanda que ha leído “El sobrino de Wittgenstein” y que le ha resultado realmente bueno; por ello, por ella, me animo a volver a intentarlo con Bernhard y lo haré con una obra (“Helada”) que tiene que ver con una de esas cuestiones pendientes para mi desde hace tiempo: el papel de arte y el artista. Para abrir boca, traigo al post la reseña de Pedro Rivero sobre la obra de Bernhard. Cuando termine la lectura volveré…