literatura

Aldous Huxley: Percepción, intuición, sabiduría

Sin ánimo de modelar ídolos ni apuntalar profetas, parece justo reconocer en Huxley a un autor visionario que entrevió algunas de las claves de cómo evolucionarían las sociedades modernas, ya antes del ascenso de los totalitarismos. ¡A quién y a el!, a un hombre que arrastró un defecto de visión congénito. Su perspicaz forma de ver en los márgenes de las crónicas oficiales, en el reverso de los acontecimientos más luminosos de las sociedades occidentales, le permitió lanzar algunas predicciones, desde lo literario, sobre la particular evolución de las nuevas formas de esclavitud que entonces se estaban formando.

Efectivamente, si bien durante mucho tiempo el paradigma para la critica social y política de occidente fue el del Gran Hermano orwelliano, éste se nos revela actualmente como una visión excesivamente esquemática, que tomó como paradigma visual el esteticismo fascista en lugar de indagar en los peligros que el liberalismo acrítico. La capacidad de Orwell para dar cuenta del actual sistema de control que nos hemos dotado todos y todas resulta insuficiente. Orwell supo reflejar la deriva de la primera experiencia real de utopía comunista y el de los emergentes totalitarismos de forma magistral y sentó las líneas maestras de una estética asociada a ese hecho y que ha nutrido la imaginería de la critica a los totalitarismos en buena parte del final del siglo XX. Innumerables creadores han tratado el tema de la despersonalización creciente de las sociedades modernas occidentales paralelo al de las tácticas de gestión orientada de las masas a partir del arquetipo orwelliano. Sin embargo Huxley, ignorado (1) en gran medida por la critica rojo-libertaria mainstream, estaba poniendo los puntos sobre las íes en muchos de los factores clave que dieron como resultado la máquina de control mediático-político de finales del siglo XX, primero y, seguidamente, a la actual sociedad del auto-control basado en la cultura y en el miedo a perder el estado de bienestar. Su atención a lo no evidente (mejor dicho su perspicaz sospecha de lo evidente) le llevaron a atender a mecanismos sutiles de control, a atender a los aspectos no violentos de la dominación y a las formas no sangrantes de esclavismo y, lo que considero más importante, al peso que en aquello tiene la cultura de la evasión y del goce desligado del conocimiento. Todo ello nos debería ayudar hoy a saber leer entre líneas y a ser críticos con los actuales discursos de la crítica social y política, incluidas las que, desde la izquierda libertaria, pretenden seguir agarrándose al descargo de responsabilidad del ciudadano postmoderno respecto a la parte alícuota que tiene en la dominación que padece.

Por todo ello, y por mucho más, es recomendable recuperar a un autor de su talla. Hacerlo a través, por ejemplo, de las obras “Contrapunto“, de la tan conocida “Un mundo Feliz” o de obras no tan presentes pero sabrosas como “Filosofía Perenne” o “El tiempo y la Máquina“, es un ejercicio de militancia humanista, de realismo y de puro goce.

(1) Tal vez en ello pesara el hecho de pertenecer a una familia ilustre.

Existe un curioso estudio general a la obra de Huxley que es muy ameno y abarca casi toda su obra: “Aldous Huxley. Anticipación y retorno” de Doireann MacDermott, 1978.

NOTA: La foto de juventud pertenecerá a la época de estudiante en una de las más prestigiosa de las escuelas británicas, el Colegio de Eton.

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