Ensayo,  Filosofía

Filosofía de la canción moderna. Laboa y la muerte

Tras mi artículo para Revista de Folklore Sobre los Cementerios Marinos me ha seguido rondando la idea de la muerte; dicho en perífrasis, la desaparición de nuestra conciencia, es decir, la consideración de que un buen día dejaremos de darnos cuenta de las cosas, de que somos quienes somos. Brecht adaptado por Laboa proclama que perder la vida es perderlo todo. Es decir, que un día dejaremos de ser conscientes de nosotros mismos. Unamuno casi que no escribió de otra cosa. Seguro que hay ríos de tinta con y sobre esa idea, desde la Antigüedad. Una idea hija de la razón en la modernidad que refuerza la importancia de la vida. Pero esta canción de Laboa que linko abajo no es ningún fandango, solo sé de Borges (en fragmentos en internet, en los libros suyos que he leído no encuentro la idea) que diga alegrarse, no de la muerte (hay una legión) sino de la aniquilación, la pérdida final de la conciencia pues hasta los robots lamentan que nos perdamos en el tiempo como lágrimas en la lluvia. ¿Habrá más canciones sobre nuestra desaparición? ¿Las habrá alegres sobre la muerte? Yo no recuerdo ninguna más, sí, la que cito con letra de Bitoriano Gandiaga.

Es esta una de las de Laboa que más me gustan con ese acordeón más francés que euskaldun, como con aires de existencialismo.

No os dejéis seducir:
no hay retorno alguno.
El día está a las puertas,
hay ya viento nocturno:
no vendrá otra mañana.
No os dejéis engañar
con que la vida es poco.
Bebedla a grandes tragos
porque no os bastará
cuando hayáis de perderla.
No os dejéis consolar
vuestro tiempo no es mucho.
El lodo, a los podridos.
La vida es lo más grande:
perderla es perder todo.

Ese falso consuelo que nos asegura que hay una vida eterna contra el que escribe Brecht (solo he leído un libro de poemas, maravillosos, no conozco su obra) visto su entorno cultural no es otro que el del sermón de la Montaña.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Es decir, Brecht ataca el mensaje tan extendido de que tras la vida seremos compensados de nuestros pesares y llama a disfrutar de la vida y, seguramente, también a luchar ahora sin confiar en premios celestiales.

En el mismo disco nuestro siquiatra favorito cantaba los versos de Artze en Nahiz eta Heriotza, que ensalza el valor de la propia vida con independencia de nuestra desaparición:

A pesar de que sé
que la muerte me ha de llegar
no por eso
desesperaré de luchar con ella
con todas mis fuerzas,
no me cogerá desprevenido!
mientras viva cantaré la vida.

Y si antes de tiempo
la muerte me llegara
el último lamento que se apague en mis labios
será la primera sonrisa
que florecerá en los de otro.

Cinco años después, en el disco siguiente, con 51 años, Mikel recurrió a su compañero de aventuras Xabier Lete para cantar que la muerte trae un sueño, un dormir, que apaciguará los sueños para siempre, en la traducción que consta en la web de la cátedra, que no comparto.

No me asusta el cercano invierno
en el calor pleno del verano
pues sé que el presente permanece
también en el futuro,
alineados de alguna manera,
momento tras momento,
en una cadena quieta,
hasta que todo se transforme en presente,
en la raíz del ser.

No me asusta el frío de blanco aliento
en el amanecer,
cuando todo parece
una vasta naturaleza sin vida
porque el corazón guarda la luz
de todos los hermosos soles idos
y en los ojos alertan
los mil recuerdos del pasado.

No me asusta el tener que expirar
en el último momento,
pues aunque los caminos insignificantes
cerquen los campos vertiginosos
el vino nuevo condimentará
los viejos troncos de las vides.
y nuestro presente asentará
el mañana de otros.

No me entristece el recoger
las últimas flores del jardín,
el andar sin aliento, más allá de todo límite,
buscando una razón,
el humillar todos los sentidos a la luz del atardecer,
ya que la muerte trae consigo un sueño
que apaciguará los sueños para siempre.

Hay que advertir que en Lete es el dormir (lo) lo que apaciguará los sueños (ametsak). Aunque creo que Amets betezko loa dakar hiltzeak lo traduciría más bien como que morirse trae un dormir lleno de sueños, pero corregidme.

Así, Lete, que había escrito Izarren hautsa, poema que popularizado por Laboa dice que somos polvo de estrellas convertido en germen de vida, recurre a una metáfora mortuoria muy extendida, la del sueño.

Brecht y Laboa cantan (en Lilurarik kontra) que, pues la vida lo es todo, hay que beberla a grandes tragos. Y eso cómo se hace. Algunos negando un embaucador y paralizante consuelo que promete la vida tras la muerte no sé si han dado a la vida un valor que no merece. Peio es de esa idea como veremos. Cuando ocurre una tragedia se suele usar este razonamiento: mi amigo ha muerto en accidente, solo queda vivir con más intensidad! Cómo se hace eso de vivir más intensamente o lo que es lo mismo, si en el accidente mueren dos amigos ¿tendremos que vivir todavía con más intensidad? Tras esa súbita determinación unos reservan un vuelo a Rivera Maya, otros compran un coche o yo no sé.

Aquí el manual de instrucciones ornitológico y en italiano para beber la vida a grandes tragos y morir como es debido del propio Laboa. Es su último disco, Xoriek, de 2005, tres años antes de morir, con 74 años.

Morir como las alondras sedientas
sobre un espejismo.
O lo mismo que la codorniz
tras cruzar el mar
junto a las primeras matas
porque ya no tiene ganas de volar.
Pero no vivir solamente de lamentos
Como un jilguero cegado.

No le digas al chaval de Lore sortu orduko, llamémosle Peio, que se beba la vida a grandes tragos ni que no se lamente como jilguero ciego. La canción es del disco 12, de 1989, un canto euskaldun a la saudade que no sé de dónde tomó Laboa. Peio ve lamentos hasta en el río que baja, y como él está deseando llegar a una hermosa pradera, es decir, acabar sus días, supongo.

Me estoy acercando a los veinte
y a mis pies veo la tumba
para qué vine yo al mundo?
Mejor hubiera sido para mí no haber nacido.
Sin conocer jamás lo que es la felicidad,
Muchas veces he tenido desgracias en este mundo
Como una flor marchita nada más nacer
Tengo poco miedo de dejar esta vida
El arroyo de la montaña, entre las piedras,
En llantos y lágrimas baja su camino
Ya que quisiera estar en hermosa pradera
Así transcurren mis días en este mundo.

Laboa nunca gozó de muy buena salud, y fue médico, eso seguramente explica que dedicara tanta atención a la muerte. En este caso a la propia, no a la de los demás. Y si se me permite el corolario de andar por casa, vemos que el mismo Mikel aporta diferentes visiones sobre el tema lo que nos lleva a pensar que cuando consideramos una no tenemos por qué olvidar las otras. O sea, que al final, si no agonía en sentido etimológico, o sea lucha ( de la Agonía del Cristianismo de Unamuno, que no estaba en casa, a ver si pillo) sí podríamos mantener un diálogo, o una danza, entre fe y razón, o mejor un canto a dos voces, como dos bersolaris, entre la evidencia y nuestras intuiciones, y entre la ciencia y la poesía.


Imagen destacada del post: “La muerte acechando a su familia” (Detalle), 1927, Óleo sobre lienzo. 100 x 73 cm. Autor: Yves Tanguy. Esta es una de las tres obras del artista Yves Tanguy que el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid expone en su colección en la sala 44. Ver: https://www.museothyssen.org/coleccion/artistas/tanguy-yves/muerte-acechando-su-familia

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Escribir es una de las cosas que me hace sentir bien, que me hace sentir. Fanzine Uhane, Sifón y ahora Vaga. Y algunos libros autoeditados: Doloras y más cosas, Los Papeles del abuelo y Marmar. También he realizado un documental, Itsasoan.

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