En esta breve novela de Olga Ravn hay ecos de las ovejas electrónicas de Philip K. Dick y los sueños solarísticos de Lem, e incluso del malfuncionamiento de HAL 9000, en eso no representa ninguna novedad, pero su modernidad estriba en el sesgo impresionista de su estructura narrativa, que obliga a los lectores a completar los huecos de un argumento que va a permanecer, si no oculto, sí difuso, en correspondencia con la propia materia que aborda. Con la apariencia de un mosaico acerca de una posible deriva de la adquisición de sentimientos y emociones por parte de seres cibernéticos, y de los efectos del desarraigo de la humanidad respecto…