Seguí en mi juventud la movida de Xoxoa. Fue un sello vizcaino que salió cuando todavía los cantautores de Ez Dok Hamairu daban recitales multitudinarios que se convertían en mítines. Lete explicaba que dejó de tocar en directo porque sus conciertos se convertían sin remedio en manifestaciones a favor de la extinta organización. Si Ez Dok Hamairu unía la tradición folk y bertsolari vasca con la chanson, ahora los músicos de Xoxoa se inclinaban por el folk moderno anglosajón o celta o el rock progresivo que en España ya había dado el fruto de Triana, ejemplo más conocido.
Dejando aparte el Bat Hiru, de Laboa, y desde mi perspectiva, quizá el primer ejemplo de renovación de la euskal abesti antes del estallido radikal fue un disco de Txomin Artola, Olaxta, de 1974. Txomin bebía del folk inglés, tocaba de maravilla la acústica y los arreglos aunque mínimos eran toda una revolución.
Xoxoa antes de ser absorbida por Elkar editó el Lau Bost de Laboa, Hautsi da Anphora de Ruper Ordorika (aquel libreto con letras de Atxaga e ilustraciones de Egillor fue toda una sensación), al menos dos discos más de Artola, los dos primeros de Itoiz nada menos, o gente más desconocida como Itziar, que declaró que se quedaba en casa porque en Euskadi no había una estructura para la música que ella hacía. O Izukaitz, Lisker…
Y Bizi Bizian de Errobi, así como Askatasunaren Bidea.
Han pasado más de 40 años del Belar Hostoak de Artola y de la grabación de Bizi Bizian de Errobi. Errobi era un grupo vasco francés que hacía rock progresivo seguramente, y hacia el 78 apareció con el citado disco en la lista de José Manuel Costa en El País entre uno de los mejores del año. Yo les vi una vez, era un kantaldi de aquellos multitudinarios de La Casilla, pero fue un unplugged porque su equipo se quedó en la frontera. No sé el motivo. La gente ya les adoraba y su disco Ametsaren Bidea, que sí compré, era ya más jazz progresivo y se convirtió en uno de los hitos de la música vasca. Anje Duhalde ha sido muy prolífico y se ha prodigado mucho en nuestros escenarios y Jean Phocas prefería la mesa de mezclas y tiene en su honor haber sido elogiado por Josetxo Ezponda en el libreto de Bitter Pink, nada menos.
En Belar Hostoak de hace 40 años Artola adaptó a Walt Whitman, yo lo oía en la Ser de Karlos Arko y me lo compré. Luego lo vendí, cierto es, como el resto de mi pequeño ramillete de Xoxoa por aquello que dice el calcinado verso de “ligero de equipaje” y porque en Bolan, la tienda de mis hermanos, tenían clientes muy interesados por esas producciones tan exóticas, y me venía muy bien. Txomin buscó nada menos que a los músicos de Errobi para acompañarle haciendo un disco que para mí es imprescindible. Son canciones que difícilmente se encuentran, está en Spotify, pero el CD no existe, inexplicablemente . Luego sacó otro disco que me vuelve loco (debo de ser el único), con cello y percusión, y mucha saudade, Ttakun Ttakun..
Para mí estos tres discos de Txomin y el que sacó con Haizea están en lo más alto de la música vasca moderna. El grupo Haizea, que formó después de Olaxta, en su primer disco, único en que participó, adaptaba canciones tradicionales haciendo un folk al estilo de Pentangle pero más naif donde la voz de Amaia Zubiria sonó más bella que nunca.
Si se me permite el corolario, pasado el tiempo veo en la sociedad de finales de los setenta instalada en la negrura, creaciones que apuntaban a una dirección ilusionante, no abstraídos de la sociedad, pero sí abriendo caminos propios.
